
Nuestras imágenes más devotas de la Semana grande de Sevilla guardan grandes misterios y leyendas ocultas que jamás sabrías explicar. La Esperanza de Triana cumplió 600 años en el año 2018, y todo ese tiempo nos deja numerosas leyendas que te dejan sin aliento.
La Virgen de la Esperanza de Triana es una de las imágenes con más devoción de la ciudad de Sevilla. Desde que sale de su capilla -comenzada la Madrugá- hasta que se recoge de nuevo -en torno a las 14:00 horas del Viernes Santo- el palio de la Esperanza es un barco de fe que surca las calles entre miles y miles de devotos.
La leyenda de la Esperanza de Triana se remonta a la década de los años setenta del pasado siglo XX:
A finales de los años setenta, un hombre natural de Madrid y establecido allí quiso venir a conocer la Semana Santa de Sevilla, animado por su hijo de 15 años.
A este hombre la vida parecía sonreírle, todo corría con viento a su favor; su situación económica, sus amigos, su familia, su posición social considerada y distinguida…
Este hijo suyo había visto fotografías de la Esperanza de Triana y todo su interés era verla en la Madrugada del Viernes Santo; le parecía una imagen extraordinariamente bella, algo fuera de lo común. El padre, un tanto escéptico, lo escuchaba y sin querer quitarle la ilusión, accedió a ver lo que para él era una Virgen más, que no destacaba precisamente por su belleza.
Cuando en medio del clamor y del entusiasmo apareció la Esperanza, el hijo, acunado por los gritos que le decían ¡guapa! y los aplausos, quedó maravillado y sonriente, feliz de contemplar aquello que consideraba un prodigio. Al padre, los piropos le parecían provenientes de partidismo y fanatismo de algunos, algo que no se correspondía con la realidad del rostro de la Imagen.
Pero lo que verdaderamente le llamó la atención, fue lo siguiente: de los ojos profundos de la Esperanza, este hombre veía caer lágrimas de verdad. Restregándose los ojos, no quería creérselo. Pero la miraba una y otra vez, y por más que lo hacía, más lágrimas veía caer de aquellos ojos negros.
Sorprendido, volvió a su ciudad sin querer prestarle demasiada atención al tema. Pensaba que sería el efecto de la cera, o de una sugestión mental…El hijo había quedado prendado de la Esperanza.
Tanto fue así, que al año siguiente volvieron otra vez ante la insistencia de él, que no quería perderse a la Virgen trianera caminando por sus calles. El padre, para auto convencerse de que lo vivido el año anterior había sido una enajenación mental, acudió también con el hijo a contemplar el tránsito de la Cofradía.
De nuevo la felicidad del hijo y la puesta en duda del padre de la supuesta belleza proclamada de la Imagen. Claro, que en medio del delirio de los trianeros y de la felicidad de su hijo, no dijo nada de esto, pero la sorpresa le hizo temblar las piernas cuando vio de nuevo brotar llanto de los ojos de la Virgen.
Confuso le pregunto a su hijo:
– ¿No.…no te parece que llora de verdad?
— ¿De verdad?
– Si, si, de verdad… ¡Mira!¡Le caen lágrimas!
— Papá las lágrimas son de cristal, como todas las imágenes…
Su hijo no veía aquello. Algo sintió en su interior este hombre que le dejó el espíritu preocupado, no se podía explicar cómo le podía pasar eso a él. A los pocos meses de volver a Madrid, el hijo cayó enfermo y lo que parecía una simple enfermedad era la tapadera de algo mucho más grave; el cáncer había minado el cuerpo del joven que, en tres meses, murió.
Todo fue derrota para este hombre; la vida le había sonreído, pero ahora le daba la espalda, y se encontró con el vacío sin sentido de su dinero, de su situación y de su consideración social. Nada de eso le valía. Todos los días y las noches tenía un afán descabellado: buscar a su hijo, que él consideraba tan sólo perdido, como si recuperarlo fuera un hecho factible.
Aquella Semana Santa, quiso volver para ver a la Esperanza, la Virgen que tanto gustaba a aquel que se había ido. Cuando apareció el Paso de Palio, rompió a llorar acordándose de la felicidad de su hijo al vivir esos momentos los dos años anteriores. Temeroso de encontrarse con algo que no comprendía; miró el rostro de la Virgen.
Era la misma, pero… ¡no lloraba…, le sonreía! Le pareció entonces la imagen más bella del mundo…¡¡Si, era guapísima, más todavía! Pensó que como no se dio cuenta antes, y en ese momento, la búsqueda de su hijo perdido se la resolvió la Esperanza, pues, en su interior, sintió como le decía estas palabras: ¡Esta conmigo!, Esta conmigo!
Comprendió entonces este hombre que su hijo viviría eternamente identificado con aquella Virgen y que era el amor, la fe y la devoción de su hijo y de todos los trianeros lo que esculpía la belleza del rostro moreno de la Esperanza de Triana.
Muchos aseguran que es rigurosamente cierta y que fue vivida por ellos, y algo de realidad hay en ella. Pero lo que nadie duda es la belleza de esta historia, en la cual se nos hace entender el porqué de la belleza (la Esperanza es siempre piropeada con la palabra “guapa”) de esta Virgen, como es resultado de que en ella veamos reflejado lo mejor de nuestro sentimiento y de nuestras almas.
Fuentes: https://loqueescondesevilla.wordpress.com/ – https://www.facebook.com/groups/1460956327511863/posts/2446768945597258/

Antonio Bejarano.
Sevillano apasionado de la Historia y las Leyendas de su ciudad creó la Web ”Sevilla Misterios y Leyendas” en el año 2010.
En la actualidad es CEO de la misma y Director del programa de radio del mismo nombre que se emite en NEO FM desde 2021.