
1. ¿Qué fue la Ilustración?
La Ilustración fue un movimiento intelectual desarrollado en el siglo XVIII (Siglo de las Luces), derivado de la revolución científica producida en el siglo anterior, expandiéndose las ideas de Bacon, Newton y Locke. La Ilustración tuvo a la razón como eje vertebrador, otorgando también gran importancia a la naturaleza y el progreso. La felicidad era el fin buscado por la sociedad y el individuo. Además, Dios era concebido como un ser inteligente, creador del universo, dando lugar al Deísmo, al que también se asocia la tolerancia hacia otras religiones. Para alcanzar todo lo anterior era fundamental una educación pragmática y laica.
Los defensores del uso de la razón crítica fueron denominados como philosophes. Entre estos ilustrados se debe comenzar resaltando a Montesquieu, que en sus principales obras, “El espíritu de las leyes” y “Cartas persas”, defiende la separación de poderes y la intervención estatal en la economía (Proteccionismo).
En segundo lugar, se debe resaltar a Voltaire, que en sus “Cartas inglesas” y “Cartas filosóficas”, considera la religión como sinónimo de superstición y fanatismo y defiende el Deísmo, además de elogiar la constitución inglesa y el sistema parlamentario inglés, si bien no cree en el principio de igualdad. También defiende las reformas necesarias para la mejora de la vida y la supresión de la pena de muerte.
En tercer lugar, se debe destacar a Jean Jacques Rousseau, que propugnó ideas democráticas e igualitarias. En su “Discurso sobre el origen de las desigualdades” señala a la propiedad privada como la causa de la desigualdad social, si bien no propone abolirla; mientras que en el “Contrato Social” defiende un acuerdo entre los miembros de la comunidad para unir voluntades y que lleva implícito la igualdad y la libertad. La soberanía reside en la voluntad general, de manera que el pueblo soberano establece las leyes y el gobierno las ejecuta.
Además, se deben mencionar a los enciclopedistas, como Diderot y D´Alembert, que contribuyeron a la divulgación de la ciencia y de los nuevos conocimientos mediante “La Enciclopedia”.
Por último, se debe decir que algunos monarcas favorecieron la Ilustración mediante el denominado como Despotismo Ilustrado, caracterizado por una política centralizadora del Estado pero con una función paternalista del monarca (“Todo para el pueblo pero sin el pueblo”); de forma que el rey realiza reformas que no afectan a su figura absoluta pero actúa como un servidor de la nación. Entre las figuras representativas de este Despotismo Ilustrado se pueden resaltar Federico II de Prusia, José II de Austria o Carlos III de España.
2. La Ilustración en Sevilla.
Aunque la Ilustración tuvo mayor calado en países como Francia, Inglaterra o Alemania; en España también tuvo importantes efectos, primero desde una perspectiva humanista y academicista, y teniendo posteriormente una traslación a la esfera social y política. En España, los dos focos principales fueron Valencia y en Sevilla. En concreto, Sevilla fue un teatro de operaciones para la puesta en marcha de muchas de las iniciativas ilustradas, sobre todo en lo que tiene que ver con la estructura económica, la ordenación urbanística o la reglamentación de las costumbres.
La Sevilla de la primera mitad del XVIII es una ciudad que ya ha vivido su época gloriosa, y que ha sido esquilmada, a nivel económico y poblacional, con las grandes epidemias de peste del siglo XVII. El siglo comienza con la Guerra de Sucesión, una contienda en la que Sevilla apoya al candidato vencedor, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y perteneciente a la dinastía de los Borbones, que sería coronado monarca español como Felipe V. Sin embargo, en 1717 Felipe V decide trasladar la Casa de Contratación a Cádiz debido, entre otros factores, a los problemas crecientes en la navegabilidad del río. Unos años después, entre 1729 y 1733, acontece el llamado “Lustro Real”, cuando la corte se instala en nuestra ciudad, que se convierte de facto en la capital del reino; lo cual tuvo consecuencias nefastas, pues deja raquíticas las arcas municipales con la manutención de la corte y la celebración de festejos y el levantamiento de la arquitectura efímera con la que se agasaja a la presencia del monarca. Por tanto, llegando a la segunda mitad del siglo, nos encontramos a una Sevilla arruinada, menguada y que ha perdido su preeminencia con el comercio americano, sustento de su economía en los últimos dos siglos.
En este contexto se produjo la llegada de las ideas ilustradas, las cuales tuvieron su principal valedor en Carlos III, que reinó en España desde 1759 hasta su muerte en 1788. En Sevilla aplicó el Mercantilismo, una doctrina económica que propulsa la erección por parte del Estado de grandes fábricas que ostenten el monopolio en todo el país sobre una actividad concreta. En este sentido, se reforma la ya existente Casa de la Moneda. También se pone en marcha la Fábrica de Salitre, que estaba emplazada en la zona de la Ronda y de la que hoy no queda nada, o la Fábrica de Artillería. Pero la construcción más icónica de la época es la Real Fábrica de Tabacos, actual Rectorado de la Universidad de Sevilla, que se traslada desde su sede original en la Plaza de San Pedro a un edificio extramuros en la parte sur, en una operación urbanística de gran envergadura que requiere el soterramiento del arroyo Tagarete y la construcción de un foso para evitar el contrabando de tabaco, que rodea al que fue el mayor edificio industrial de su época en Europa.
Con estas actuaciones se intenta que la ciudad, que cuenta con unos 76.000 habitantes, deje de ser esa ciudad convento, donde la mayoría de habitantes, quitando a nobles e hidalgos y religiosos son jornaleros, artesanos o criados, buscando la aparición de operarios y de técnicos. En esta época, en línea con estas ideas mercantilistas, desde la Corona se defiende la idea de que el trabajo dignifica, en contraste con anteriores etapas, en la que se considera entre los nobles que trabajar era algo degradante.
En referencia a las costumbres de la Sevilla de la Ilustración, había un gran contraste entre los gustos de estos ilustrados y los del resto del pueblo llano. A los primeros les gustaban las tertulias, los paseos, el teatro y la ópera. A los segundos, las corridas de toros, las procesiones y las ejecuciones públicas. En relación a la Semana Santa, antes de la llegada de la Ilustración, eran muy comunes las llamadas “cofradías de sangre”, en las que los penitentes y nazarenos se azotaban en público durante las procesiones. Las ideas ilustradas reforzaron con sus reformas laicas el poder de algunas cofradías y la Semana Santa pasó de simbolizar el Antiguo Régimen con su gravedad católica a mostrarse con una nueva estética teatral, hermosa y exuberante; hasta llegar a prohibirse las “cofradías de sangre” a finales del siglo XVIII. En cuanto a los toros, llegaron a estar prohibidas las corridas, y que es en estos años cuando se inaugura la Plaza de todos de la Real Maestranza de Caballería.
En la esfera cultural y educativa, se funda la Sociedad de Amigos del País, la Academia de las Tres Nobles Artes o la Real Academia de Buenas Letras. También cabe destacar el nacimiento de la Arqueología en nuestra ciudad, disciplina que sufrió una gran expansión tras las excavaciones de Pompeya y Herculano cuando precisamente Carlos III era rey de Nápoles.
En el ámbito artístico, se produjo el desarrollo del Arte Rococó como última fase del Barroco, caracterizado por el exceso de decoración. En Sevilla tendrá su principal representante en Leonardo de Figueroa, que realiza la Iglesia del Salvador, la fachada del Palacio de San Telmo, el Hospital de los Venerables y especialmente la Iglesia de San Luis de los Franceses, máximo exponente del último barroco sevillano. En pintura sin embargo no destacan tanto los nombres propios que van a seguir la senda marcada por el genio Murillo en el siglo anterior, si bien se desarrolla la pintura mural de la mano de Lucas Valdés y Domingo Martínez, siempre dirigida a la decoración de los numerosos templos sevillanos.
3. Figuras destacadas de la Sevilla ilustrada.
Dentro de las personalidades destacadas en la Sevilla ilustrada nos centraremos en tres figuras, comenzando por Pablo de Olavide, asistente de la ciudad, que reorganizó la vida municipal con la división de la ciudad en cuarteles (cinco). Además de esta ordenación, destaca el embellecimiento de las orillas del río, con la creación del paseo de Las Delicias, la reforma universitaria y la potenciación de las reuniones intelectuales. Respecto al urbanismo, se van a producir una serie de reformas y nuevas construcciones como los mencionados Palacio de San Telmo (1682-1796) y Real Fábrica de Tabacos (1728-1770); y la plaza de toros (1754-1881). También llevó a cabo intervenciones en los espacios públicos; mandó instalar fuentes, reformó la Alameda (construida en 1574) y empezó a crear plazas delante de las iglesias (plaza del Duque). A partir de 1772, con el fin de mejorar la higiene, prevenir las epidemias fruto de las riadas y mejorar la limpieza de la ciudad, estableció unos impuestos de limpieza ciudadana.
Además, se deben resaltar sus aportaciones en el plano cultural, destacando su recuperación de las funciones teatrales en la ciudad, que habían sido prohibidas en Sevilla por cuestiones de rigidez moral, lo que le provocó conflictos con las instituciones eclesiásticas. Por último, encargó en 1771 la realización del plano de Sevilla a Francisco Manuel Coelho.
La segunda figura a resaltar es Antonio de Ulloa, marinero destacado por sus estudios y publicaciones de carácter científico que hizo y por las misiones y exploraciones que realizó por Hispanoamérica; lo que le valió ser académico de importantes academias europeas. En 1735 se embarcó en una expedición científica patrocinada por la Academia de Ciencias de Francia para medir el arco de un meridiano en las proximidades de Quito (Ecuador). Las experiencias de este viaje se registraron en la “Relación histórica del viaje a la América meridional”, que contiene mapas, descripciones de países y noticias del virreinato del Perú, y que se tradujo a casi todas las lenguas europeas. En otra de sus expediciones americanas descubriría así mismo el Platino en Esmeraldas (Ecuador), siendo llevado el metal por primera vez a Europa en el año 1735.
Fundó además del Estudio y Gabinete de Historia Natural, antecesor del Real Gabinete de Historia Natural, actual Museo Nacional de Ciencias Naturales, del Observatorio Astronómico de Cádiz y el primer laboratorio de metalurgia del país. Perteneció también a la Real Sociedad de Londres, correspondiente de las Academias de Ciencias de París, Estocolmo y Berlín; del instituto de Bolonia; de la Sociedad de Leipzig; de las de Vizcaya y Sevilla y de la Academia de Nobles Artes de Madrid.
Para culminar, se destacará a Francisco de Bruna, impulsor de la Arqueología y que llegó a ser conocido como el señor del gran poder (en minúscula), creando el embrión de un Museo Arqueológico en el Alcázar con los primeros restos que aparecieron en zonas como Itálica.
4. Referencias bibliográficas.
https://alojaservicios.us.es/difuseditorial/free/25-03-2020/Sevilla_Ilustracion.pdf
https://www.toursevilla.com/la-sevilla-de-la-ilustracion/
https://arteceha.files.wordpress.com/2016/06/9-lec3b3n-tomo-ii.pdf

Jesús Parada.
Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster en Estudios Históricos Avanzados en Historia Antigua y de Profesorado en Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Redactor Web.