Si hay alguien que fuera precursor y pionero en plasmar leyendas e historias de penumbra no podemos olvidar a Gustavo Adolfo Bécquer.

Bécquer, que en realidad era el segundo apellido de su padre, no el suyo, pues sus apellidos eran Domínguez Bastida, nace en Sevilla el 17 de febrero de 1836, y estuvo siempre muy ligado a la ciudad de Sevilla, pero fue en Madrid donde falleció en 1870.

Su padre fue pintor sevillano cuyos antecesores llegaron a España a lo largo del siglo XVI. Su hermano, por su parte, fue el que realizaría el conocido retrato de Bécquer (véase más abajo).

Con tan solo 10 años, tras la muerte de su padre, el joven Bécquer es entregado a un internado de huérfanos, donde inició estudios en naútica, aunque no los terminó. Sin embargo, componía dramas y novelas con sus compañeros. Su desarrollo como poeta sigue creciendo cuando tras la muerte de su madre comienza a vivir con su madrina, cuya gran biblioteca asentaría los conocimientos de este pequeño poeta en potencia.

A los 18 años se traslada a Madrid, donde comenzaría oficialmente su carrera artística. Primero escribió un poema para la gran figura de la Ilustración española “A Quintana”, también escribió una comedia, “La novia y el pantalón”, y así, junto con otras obras su fama iba creciendo exponencialmente.  Sus escritos quedaron reflejados incluso en periódicos de la época. Pero no todo fue esplendor, pues el peota enfermó de tuberculosis, de la que se recuperó aunque con secuelas y contrajo años más tarde de nuevo una enfermedad.

En cuanto a su vida amorosa conoció a Julia Espín, aunque ella no lo correspondía, lo mismo ocurrió con Elisa Guillén. Estos desamoríos no pasaron desapercibidos en sus composiciones poéticas y sus rimas. Llegó a recopilar 86 rimas, cuyo manuscrito se perdió durante la Revolución de 1868, cuando tuvo que exiliarse por motivos ideológicos, aunque Bécquer logró reunirlas de nuevo en lo que llamó “El libro de los gorriones”.

La suerte que corrió el poeta brillaba por su ausencia. Su esposa con la que tuvo dos hijos, Casta Esteban, le fue infiel, por lo que deció trasladarse con sus dos hijos a Toledo, donde vivía su hermano. Su situación económica nunca mejoró a pesar de su arte en la escritura, y la enfermedad romántica, la tuberculosis que lo atormentó desde muy joven acabó con el poeta a la edad de 34 años.

A día de hoy este personaje es conocido por su poesía y sus narraciones, y es un representante del Romanticismo, con influencias del romanticismo alemán, la lectura de la lírica alemana de Heine marcó toda su obra, aunque su obra careció de ese tono rimbonbante y sentimentalismo exacerbado propios de este movimiento. Sus rimas además serían un primer paso hacia la poesía moderna en España.

Las temáticas siempre rondaban temas como la soledad, el amor imposible, la miseria, o lo exótico. Como muchos otros artistas, Bécquer fue conocido en vida, pero hasta después de muerto no alcanzó la fama.

Su obra más conocida es Rimas y Leyendas, obra que une las Rimas, escritas a lo largo de su vida, pero que no fueron publicadas hasta después de su muerte, y las Leyendas, que al contrario que las Rimas, fueron publicándose durante su vida. En esta obra se recogen todas sus rimas, donde relata su vida, y algunas de las leyendas más conocidas.

Entre sus leyendas más famosas podemos encontrar las siguientes:

• La promesa
• El beso
• Los ojos verdes
• El monte de las ánimas
• La cruz del diablo
• La corza blanca
• El gnomo
• La cueva de la mora
• El Miserere
• Maese Pérez, el organista

 

De dspués de su muerte aún hay algunas dudas y elucubraciones. Este autor sevillano fue enterrado en la cripta de la Iglesia de la Anunciación, a la que se accede a través de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Allí están sus restos junto a los de otros personajes escritores como Fernán Caballero o Mateos Gagos.

Este enclave de la ciudad se conoce por un halo misterioso y fantasmal que el propio Iker Jiménez utilizó para sus programas de sucesos paranormales.

Allí se han llegado a escuchar ruidos, pasos, o siseos. La leyenda cuenta que su fantasma pasea por allí, pero la realidad es que no se sabe con exactitud a quién pertenece ese fantasma.

A continuación, un fragmento de un poema suyo escrito en vida en la que precisamente habla de ese sentimiento de ser un fantasma, en vida, con motivo del exilio apresurado al que se sometió por su ideología.

«Es una hermosa noche de verano.

Tienen las altas casas

abiertos los balcones

del viejo pueblo a la anchurosa plaza.

En el amplio rectángulo desierto,

bancos de piedra, evónimos y acacias

simétricos dibujan

sus negras sombras en la arena blanca.

En el cenit, la luna, y en la torre,

la esfera del reloj iluminada.

Yo en este viejo pueblo paseando

solo, como un fantasma».

El pasea por el pueblo, aunque su corazón está en otro lugar.

Quién sabe si es en realidad ese fantasma solitario en que se convirtió en el exilio es el que intenta volver a su hogar y a su tierra.

La obra de este autor no deja indiferente a nadie, pues las semillas que plantó en la literatura española germinaron más tarde en la obra de Juan Ramón Jiménez, Pdro Salinas, Luis Cernuda, Rafael Alberti o el gran Antonio Machado. Bécquer, fue, tal y como afirmó Dámaso Alonso, el “primer poeta contemporáneo” de la Generación del 27.

En defintiva, un autor que siempre transmitió una alta sensibilidad en la captación y plasmación de historias en sus obras, y que, sin duda, ha dejado una gran huella y un gran legado cultural y literario entre los sevillanos y el resto del mundo.

 

REFERENCIAS