Asociación Cultural Sevilla Misterios y Leyendas

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SEVILLA MISTERIOS Y LEYENDAS

DIVULGACIÓN DE LA CULTURA Y EL PATRIMONIO DE LA CIUDAD DE SEVILLA

El Hortelano

Por la España de aquellos años míseros años de la posguerra, era muy habitual ver a este tipo de hombres buscándose la vida vendiendo casa por casa, acompañado por el borriquillo como ayudante de carga, que transportaba en sus serones toda clase de mercadería.

En esta fotografía de la Sevilla de antaño, podemos contemplar a un vendedor de hortalizas con la indumentaria clásica campera, vendedor posiblemente venido de las ubérrimas y cercanas huertas de Gelves y Coria o de las muy ponderadas del Aljarafe.

Quien no recuerda cuando vendían los caracoles y cómo los serones eran a manera de un frondoso bosquecillo de hinojos repletos de este exquisito manjar tan apreciado por los sevillanos. El pregón se dejaba sentir por toda la calle: ¡Caracoleeeeeeeeeeeeeeeeees de la Isla!

Otras veces, estos borriquillos venían cargados de sandías y melones palaciegos, los mejores de todos los pueblos de alrededor, y el hombre, con voz recia, también dejaba su pregonar: meloo¡Asandías y melones a calá, dulceeeees meloooooones!
En otras ocasiones, el jumento estaba cargado con orzas de aceitunas de varios tipos… Allá por 1972, pasaba con frecuencia por las calles un pregonero de aceitunas que cantaba mejor que Pepe Marchena, qué dulzura en su voz, quizás recordando el antiguo pregoncillo, cantado por tanguillos, que recogió Bonifacio Gil en su “Cancionero del campo”:

Una niña en er barcón
me preguntó esta mañana
si por fortuna traía
asitunas sevillanas.
Al punto le contesté:
Yo vengo de Dos Hermanas
sólo por traer a usté
asitunas sevillanas,
manjá de pobres y ricos,
de españoles y extranjeros,
con mucho orgullo lo digo:
Aquí está el asituneeeeero.

Por aquello de que la vida sigue y la modernidad, los grandes supermercados de barrio, ya desaparecieron estos entrañables hombres de nuestras calles y se ha quedado mudo el hermoso pregonar de sus mercaderías. Junto a ellos, también se perdieron los pregoneros que compraban ropa vieja, lana, chatarras, botellas y papel. Eran otros tiempos, ni mejores ni peores que los actuales, solo distintos. Hace muchos años, y cuando ya se estaba echando en falta su presencia, se dejó el testimonio de ellos en un soneto sin otra pretensión literaria que el fijarlos para siempre.

Se acabaron las voces aflautadas
que cantaban por plazas y callejas
el cambio, compro y vendo de las viejas
mercancías pulidas y gastadas.
Las aceitunas, verdes y aliñadas,
no son tan ricas ya ni tan añejas
como, desmadejando sus madejas,
las ofrecía un hombre pregonadas.
La lana, las chatarras, las botellas,
el papel viejo y todas aquellas
cosas que ya le sobran a estos valles,
antes tenían su voz que las cantaba
y en rito de pregones salmodiaba.
¡Qué tristes sin pregones estas calles!

Fuente: http://www.singlessevilla.es/

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SMYL©2014

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