
En el día 22 de febrero del año 2022, en el programa de radio de Sevilla Misterios y Leyendas, los compañeros Pablo Delgado y Sonia Figueroa deleitaron a los oyentes con una excepcional disertación sobre la ciudad hispalense que habitaron los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer y su legado en ella, algo que trataremos de mostrar en el siguiente artículo.
1. Sevilla en tiempos de los Bécquer
En 1810 Sevilla está sitiada. El 1 de febrero tras firmar capitulaciones, los franceses con José Bonaparte, que será desde entonces José I, entran en la ciudad, siendo expulsados en 1812. En este período se acometen las primeras obras de acondicionamiento que logran una modernización de la ciudad y que llegaran a su culmen ya en la segunda mitad de siglo como más tarde comentaremos. Se derriban edificios religiosos para abrir plazas en su lugar, como son las de Santa Cruz, la Encarnación y la Magdalena. Es en esta época también cuando se da el expolio de obras de arte por parte de los franceses.
Posteriormente, tras el pronunciamiento de Riego de 1820 el rey Fernando VII se ve forzado a acatar la reforma liberal, pero la Santa Alianza de los absolutistas acude en su ayuda entrando nuevamente tropas francesas en España, los denominados Cien Mil Hijos de San Luis. En 1825 se nombra asistente de la ciudad de Sevilla a José Manuel de Arjona, quien realizará otra tanda de mejoras, el paseo de las Delicias, la plaza del Duque y los jardines de Cristina; el acerado y empedrado de las calles; mejoras en los accesos desde Triana y la Cruz del Campo; y el alumbrado con farolas de hierro, llamadas fernandinas, que aún perduran en el centro.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 y por medio de la Pragmática Sanción de 1830 que invalidaba la Ley Sálica (la cual permitía solo reinar a los varones), sube al trono Isabel II. Esto provocó la insurgencia del infante Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, quien, apoyado por los grupos absolutistas (los denominados “carlistas”) ya había intentado proclamarse rey durante la agonía de Fernando. Comienzan así tres guerras carlistas que se sucederían durante toda la segunda mitad del siglo XIX.
Respecto a Sevilla, en la década de los 30 vive un resurgimiento, debido principalmente al asentamiento de la burguesía. Además, la ciudad experimenta las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal de 1836, con la clausura de muchos de los conventos que había en la ciudad, y la subasta de suelos agrarios y urbanos que cayeron en manos de comerciantes, nobles y burgueses, perdiéndose la oportunidad de crear una verdadera clase media que reflotara la maltrecha economía del país. La ciudad empieza a recibir además a muchos turistas, atraído por la imagen exótica de Andalucía. Llegan muchos pintores y escritores, así como marchantes de arte que buscan hacerse con los cuadros de la escuela sevillana, que se han hecho muy populares a raíz del expolio sufrido durante la invasión francesa. Abren los primeros establecimientos hoteleros modernos, como las fondas emplazadas en el eje Plaza Nueva – Plaza de La Magdalena.
Un acontecimiento traumático que el pequeño Gustavo Adolfo tuvo que vivir a la tierna edad de 7 años, fue el bombardeo de la ciudad por orden de Espartero a manos del general Van Halen. El 11 de junio de 1843 se organizó en Sevilla una protesta de ciudadanos desarmados vitoreando la Constitución, las libertades y a Isabel II. Fueron masacrados por la caballería del Regimiento de la Constitución. Esto hizo que la ciudad se pusiera en contra del régimen de Espartero (en aquel momento regente de la pequeña Isabel II), como habían hecho otras ciudades como Málaga y Granada. Durante el asedio cayeron en Sevilla 606 bombas y 900 balas rasas por toda la zona este de la Puerta de la Carne, la Puerta Osario y la Calzada, siendo el barrio más dañado el de San Bernardo
En 1854 se produce la entrada triunfal de O´Donnel por la Puerta de la Macarena, lo que obliga a Isabel II a cambiar a su gobierno. La enfermedad y las desgracias también se cebaron con la ciudad. Se producen brotes epidémicos de cólera en 1854 y 1855 coincidiendo con una grave crisis agrícola, que provoca una sublevación campesina en muchos pueblos de la provincia. Además, también tuvimos inundaciones como las que tuvieron lugar en 1855. Es también en estos años cuando tiene lugar la inauguración del Puente de Triana en 1852 y del Cementerio de San Fernando y se produce el ensanche de La Campana y San Eloy, motivo por el que el epicentro comercial de la ciudad se traslada de la calle Génova, actual Avenida de la Constitución, a la calle Sierpes.
De 1859 a 1865 Sevilla vive una época de estabilidad y avance con el gobierno del alcalde García de Vinuesa, la cual se rompería en 1868, cuando se produce la Revolución Gloriosa, siendo destacable el apoyo que tiene la causa entre el pueblo llano y el auge del anticlericalismo. En la segunda mitad del siglo XIX Sevilla sufre una gran transformación. Comienza el derribo de los arquillos y de las cruces. La ciudad pierde la imagen medieval y adoptando una estética más moderna. Se derriban las puertas en el período comprendido entre 1860, con el derrumbo de la Puerta de la Barqueta; y 1873 cuando cae la Puerta del Sol. Las murallas se derriban definitivamente en 1869, junto a otras construcciones como la Iglesia de San Miguel.
2. Los hermanos Bécquer.
Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer nacieron en Sevilla, el primero en 1833 y el segundo en 1836, siendo hijos del pintor José Domínguez Bécquer, conocido entre sus contemporáneos como el Maestro Pepe Bécquer, y de Joaquina Bastida y Vargas. Pero los dos hermanos quedaron huérfanos muy pronto, por lo que pasaron a estar al cuidado de sus familiares, siendo la madrina de Gustavo Adolfo, doña Manuela Monehay Moreno, la que más repercusión tendrá sobre el poeta; mientras que Valeriano recibió la influencia de su tío Joaquín Domínguez Bécquer, de quien aprendería el arte de la pintura.
En el año 1849 Gustavo Adolfo publica sus primeros trabajos. Unos años más tarde, el escritor comienza sus estudios en latín, animado por su tío Joaquín Domínguez Bécquer, quien le pagó las clases. En el 1854 marcha a Madrid con la intención de vivir de la literatura y para sacar algún dinero se dedica a escribir biografías de diputados y algunas zarzuelas y comedias en colaboración con sus amigos Julio Nombela y Luis García Luna, bajo el pseudónimo de Gustavo García. Gracias a su buen amigo Ramón Rodríguez Correa, consigue hacerse con un puesto de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, trabajo que le durará poco tiempo; tras lo cual se embarcó en su gran proyecto editorial: “La Historia de los Templos de España”, cuya primera edición se publica en el 1857, momento en el que le diagnostican tuberculosis.
En el 1861 Gustavo se casa con Casta Esteban Navarro, con quién tendrá tres hijos. En 1864 consigue un puesto de censor de novelas, gracias a la ayuda de González Bravo, el cual lo ostentará hasta 1868.
Por su parte, Valeriano se casó también en 1861 con Winnefred Cogan, hija de un marino irlandés afincado en el Puerto de Santa María, con quien tendría dos hijos, Alfredo y Julia. El matrimonio se estableció en Sevilla, pero muy poco tiempo después de la boda se produjo la ruptura y separación de la pareja y Valeriano se quedó con la custodia de sus dos hijos.
Con la ayuda económica de sus tíos, se trasladó a Madrid con sus hijos para reunirse allí con su hermano Gustavo Adolfo. En 1862 Valeriano pintaría el famoso retrato de su hermano Gustavo Adolfo, obra que sirvió de modelo para realizar el busto del conjunto que homenajea al poeta en la glorieta de Bécquer, dentro del parque de María Luisa de Sevilla. También se usó el retrato como motivo en los populares billetes de 100 pesetas utilizados en la segunda mitad del siglo XX.
En 1865 Valeriano recibió además una pensión anual de 2500 pesetas para que pudiese viajar por España estudiando las costumbres y los trajes regionales. De este periplo surgieron obras como “El baile” “Fiesta popular del Moncayo” celebrada por todo Aragón y “Costumbres españolas de la provincia de Soria”, que todas ellas se perdieron tras la Revolución de 1868.
Durante un tiempo y junto a su hermano Gustavo residieron en un monasterio de la provincia de Zaragoza completamente aislados debido a que Gustavo Adolfo estaba enfermo y buscaban un lugar de reposo ideal para su recuperación. En ese lugar Valeriano pintó diferentes cuadros, algunos de los cuales muestran escenas costumbristas aragonesas. Posteriormente, los dos hermanos siguieron peregrinando por otros lugares como El Burgo de Osma, en la provincia de Soria, donde Valeriano pintará dos de sus mejores obras “El leñador” y “La hilandera”. También pasaron por tierras de Teruel, Burgos, Ávila y Segovia y finalmente llegaron a Toledo donde fijaron su residencia.
Finalmente, ambos hermanos fallecieron el mismo año de 1870 en Madrid, en septiembre Valeriano y tres meses después Gustavo. Parece ser que Valeriano murió como consecuencia de una afección al hígado, mientras que la tuberculosis acabó con la vida del romántico. Al año siguiente, se publican dos volúmenes con las obras completas de Gustavo Adolfo, gracias a Ferrán y Correa, con el nombre de “Obras”, que luego se conocerán como sus “Rimas y Leyendas”.
3. La ruta sevillana de Gustavo Adolfo Bécquer
Casa Natal en Calle Conde de Barajas
En el número 9 de la Calle Ancha de San Lorenzo, hoy número 28 de la calle Conde de Barajas, el miércoles 17 de febrero de 1836 vino al mundo el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Actualmente, hay una placa que informa del nacimiento del autor en el domicilio, aunque nada tiene que ver la fachada del siglo XIX con la que se puede ver hoy.
A principios del siglo XX, el torero Antonio Fuentes la derribó y construyó otra nueva, en la que vivieron sus descendientes hasta mediados del siglo pasado. La casa del torero sufrió en 1975 un violento incendio quedando posteriormente cerrada y abandonada. Para que la casa natal del poeta no desapareciera de la geografía de su ciudad y de la memoria de sus habitantes, Rafael Montesinos escribió una carta al rey para que este edificio fuera declarado monumento histórico-artístico, cosa que ocurrió el 24 de mayo de 1979.
Parroquia de San Lorenzo
Gustavo Adolfo Bécquer se bautizó en la parroquia de San Lorenzo, diez días después de su nacimiento. Don José Bécquer puso a sus hijos nombres de reyes y emperadores. Al poeta sevillano le tocó el nombre del rey sueco, y le fue impuesto en esta iglesia en cuya pila bautismal fue bautizado el 25 de febrero de 1836, siendo su madrina doña Manuela Monnehay, una niña de 10 años, alumna de José Bécquer que moriría en octubre de 1855 de cólera.
Calle Potro (hoy Ana Orantes)
Según Santiago Montoto, tras la muerte del padre en 1841 se trasladan a una modestísima casa en el número 27 de la calle Potro, como consta en el padrón municipal de San Lorenzo. Según los documentos de empadronamiento, tras la muerte de la madre, en febrero de 1847, se domiciliaron en el número 37 de la Alameda de Hércules con sus tías maternas María y Amparo. Aunque, según otros biógrafos, en 1838 la familia se traslada al número 27 de la calle del Potro, y, tras la muerte del padre, en 1841, la familia ocupará una casa en el número 12 de la calle del Espejo, hoy Pascual de Gayangos. A la muerte de la madre Gustavo se iría con sus tías María y Amparo a la Alameda.
Colegio San Francisco de Paula, en la Calle Jesús del Gran Poder
En 1842 el poeta inicia sus estudios en el Colegio San Francisco de Paula situado en la C/ Jesús del Gran Poder no 29. Posteriormente, en 1846, Gustavo Adolfo ingresaría en el Real Colegio de Humanidades de San Telmo.
Calle Mendoza Ríos
Aquí vivieron los hermanos Bécquer desde 1852. Sería el último domicilio de Gustavo, ya que de aquí partió para Madrid en el otoño de 1854.
Museo de Bellas Artes
En los pasillos de esta pinacoteca se muestra de forma permanente el conocido retrato que Valeriano hizo de su hermano menor.
Convento de Santa Inés
El convento está situado en la calle Doña María Coronel, centro de la ciudad, cerca de la Plaza de San Pedro. En el muro de enfrente del coro bajo, situado a los pies de la nave central, nos encontramos con el popular órgano, uno de los más antiguos de Sevilla, que el poeta inmortalizó en la leyenda, ‘Maese Pérez el organista’.
Catedral de Sevilla: Altar de las Santas Justa y Rufina
Los Bécquer, nobles flamencos, llegaron a Sevilla a finales del siglo XVI para comerciar, y pronto alcanzaron una próspera situación entre las familias sevillanas más altas, con capilla propia en la catedral hispalense. Se trata de la capilla de las Santas Justa y Rufina de la Catedral, en la que están enterrados los antepasados del poeta. Está fechada en 1622, como data la reja de la misma.
La Venta de los Gatos
En la avenida Sánchez-Pizjuán (antiguo camino del cementerio) se encuentra el que fuera el escenario de una leyenda de amor trágico entre el hijo del ventero y una moza. Aunque el edificio no tenga ninguna placa informativa respecto a su historia, sí encontramos en el barrio de las Golondrinas un discreto monumento a Bécquer.
Iglesia de San Vicente (Capilla de las Siete Palabras)
En 1884 la Sociedad Económica de Amigos del País, con José Gestoso a la cabeza, solicita a las autoridades pertinentes el traslado de los restos de Gustavo Adolfo Bécquer a Sevilla. En 1912 la Real Academia decide que también vuelva Valeriano. El 9 de abril de 1913 se exhumaron en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid los restos de los hermanos Bécquer y el 10 de abril llegaron a Sevilla, a la estación de Córdoba, donde fueron recibidos por el alcalde, Antonio Halcón. Se instalaron en una improvisada capilla ardiente y, tras una ceremonia religiosa, esta quedó abierta al público. La lluvia impidió el traslado al Panteón de la Universidad y los restos fueron llevados a la capilla de las Siete Palabras, en la iglesia de San Vicente.
Panteón de Sevillanos Ilustres
Se localiza en la iglesia de la Anunciación, aunque se accede a través del patio de la Facultad de Bellas Artes. Aquí llegaron los restos de los Bécquer el 11 de abril de 1913 y fueron recibidos por el rector, Francisco Pagés. En realidad, llegaron a la cripta de la Anunciación y, en el año 1972, se trasladaron al Panteón.
Glorieta de Bécquer. Parque de María Luisa
En 1910 los hermanos Álvarez Quintero, durante unos juegos florales en el Ateneo, anunciaron por sorpresa el proyecto, ya que eran unos profundos admiradores de Bécquer. Junto al escultor Lorenzo Coullaut Valera eligieron esta rotonda y escribieron la obra ‘La rima eterna’ para recaudar fondos. La escultura fue inaugurada el 9 de diciembre de 1911.
La escultura de mármol, declarada de Bien de Interés Cultural, está compuesta por el busto del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, tres mujeres sentadas en un banco que simbolizan los tres estados del amor (el “amor ilusionado”, el “amor poseído” y el “amor perdido”) y dos figuras de bronce que simbolizan el amor herido (un hombre que se retuerce de dolor) y el amor que hiere (un joven Cupido). Las tres mujeres representan así mismo la rima titulada ‘Amor que pasa’, de Gustavo Adolfo Bécquer.
4. Referencias bibliográficas
https://www.sevilla.org/actualidad/blog/la-sevilla-de-becquer
https://www.arkeotour.net/sevilla-de-becquer/
https://www.larazon.es/andalucia/20220217/qi6el5dz7zdkpkjtjjmixlh2tu.html

Jesús Parada.
Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster en Estudios Históricos Avanzados en Historia Antigua y de Profesorado en Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Redactor Web.